jueves. 25.04.2024
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Una cadena de pequeños terremotos sorprende desde Sanlúcar de Guadiana y Zalamea hasta Berrocal

En esta zona de la Faja Pirítica de Huelva no es común la concentración de sismos en tan poco tiempo (una semana), que más bien afectan al Golfo de Cádiz. La intensidad ha sido baja y apenas han sido notados por las poblaciones.
Una cadena de pequeños terremotos sorprende desde Sanlúcar de Guadiana y Zalamea hasta Berrocal

Una cadena de pequeños terremotos se ha dejado sentir en el entorno de la provincia de Huelva a lo largo de este mes de noviembre, según la información disponible en el Instituto Geográfico Nacional. Las zonas más sensibles a estos movimientos sísmicos han sido Zalamea, Berrocal, Sanlúcar de Guadiana, La Raya, a la altura de Mértola y, por supuesto el Golfo de Cádiz. Aunque en esta zona marítima se suceden con frecuencia.

El más potente de todos se registró la noche del pasado 16 de noviembre en las proximidades de la desembocadura del río Guadiana. El epicentro se situó a 12 kilómetros de Sanlúcar de Guadiana y se registró a 21 kilómetros de profundidad. Aunque ha sido considerado de baja intensidad sí fue sentido en varias localidades onubenses y portuguesas.

El siguiente sismo en importancia fue datado en Zalamea la Real y alcanzó los 3,1 el pasado 14 de noviembre. Apenas cuatro días después, el 19 de noviembre se dejó sentir otro en la misma comarca. Fue en la vecina Berrocal, a las 5.21 minutos de la madrugada y alcanzó una intensidad de 2,1.

Esta zona esta ubicada en la Faja Pirítica Ibérica, donde se encuentran la mayoría de los yacimientos mineros de Huelva, las cortas, minas, escombreras y balsas de residuos. De momento no se han notado afecciones en las infraestructuras.

Los siguientes terremotos se han venido dando más al sur de Huelva y ya en el mar, en el Cabo de San Vicente. El último y más importante fue detectado el 22 de noviembre y alcanzó una magnitud de 3,5 también en el área marítima del Cabo de San Vicente.

Se da la circunstancias de que el pasado 11 de noviembre se produjo un fenómeno que ha dejado perplejos a los geólogos al detectarse una cadena de ondas sísmicas en otras partes del mundo. Pocos días después de este rumor sísmico se produjeron los pequeños movimientos telúricos en la Cuenca Minera de Huelva, aunque apenas fueron sentidos por la población. Hasta ahora ambos hechos no presentan relación alguna más allá de la casualidad temporal.

El Instituto Geológico Nacional pone a disposición de los ciudadanos un cuestionario de carácter macrosísmico para que informen de la situación y las circunstancias en caso de haber sentido el temblor de tierra. En esa pequeña explicación, los afectados pueden señalar qué estaban haciendo en el momento del temblor, si estaban dormidos o despiertos, su reacción, la de los animales de compañía y si los objetos que les rodean se movieron o llegaron a caer al suelo.

El terremoto del pasado 16 de noviembre ha sido el más fuerte registrado en la zona.

Cabe recordar que los terremotos en la provincia de Huelva no suelen superar los 4 puntos de intensidad y que cuando se suceden una gran cantidad de terremotos consecutivos (como ocurre habitualmente en la zona del Cabo de San Vicente, existe menor probabilidad de que se produzca un sismo importante o tsunami, según los analistas sísmicos.

En este caso lo que ha llamado la atención es la proliferación de terremotos en un área menos común y menos señalada en las estadísticas, como es la franja de terreno que va desde Mértola, Sanlúcar de Guadiana hasta Zalamea la Real y Berrocal.

Por otra parte, no hay que viajar mucho en el tiempo para ver las consecuencias e importancia de los terremotos en Huelva en los últimos años. En 1969 se registró un terremoto en el Cabo de San Vicente de nada menos que una intensidad de 7,3 en la Escala Ritcher. Fue el 28 de febrero y afectó a varias viviendas en Isla Cristina. Siete muertes se achacaron al temblor por varios motivos, sobre todo cardíacos. Y el 20 de diciembre de 1989 otro movimiento sísmico causó una gran alarma en Huelva. Fue de madrugada y gran parte de los habitantes de la capital onubense se echaron a la calle con lo puesto. Se generó una gran alarma social que solo se calmó con la llegada del día y al comprobar que no se habían registrado daños personales ni en viviendas. Sin embargo sí se dieron pequeños derrumbes de tierra acumulada en las laderas de algunos cabezos de la ciudad.