viernes. 19.04.2024
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Nuevo reconocimiento literario para Bernardo Romero

Estará en el oscense castillo de Sangarrén, donde se entregarán los premios del XX Certamen de Relatos Tierra de Monegros
Nuevo reconocimiento literario para Bernardo Romero

Estará en el oscense castillo de Sangarrén, donde se entregarán los premios del XX Certamen de Relatos Tierra de Monegros

Después de quedar finalista en Zafra con el brevísimo bosquejo literario “Mujer con perro”, en un certamen al que concurrieron nada menos que mil doscientos microrrelatos, Bernardo Romero vuelve a ser protagonista en el circuito de los premios literarios españoles. En esta ocasión suma el certamen Tierra de Monegros a su ya interesante lista de premios y reconocimientos obtenidos por todo el territorio nacional.

El próximo viernes y en el castillo de Sangarrén, cercano a la capital oscense, tendrá lugar el acto de entrega de los tres galardones que ofrece este certamen monegrino. Junto al onubense estarán los escritores Agustín García Aguado y Maite Núñez. Un jurado conformado por el profesor de literatura José Ángel Sánchez, los escritores Miguel Ángel Ordovás, Cristina Grande y el editor Öscar Sipán, además de dos miembros del Instituto de Estudios e Investigación de Los Monegros, han tenido la compleja tarea de seleccionar tan sólo tres relatos de entre los quinientos quince recibidos por la organización del certamen. Estos trabajos se repartirán unos galardones a los que se adjuntan los tres premios en metálico, uno de dos mil euros y otros dos de mil euros cada uno.

En el caso del relato del que es autor Bernardo Romero, presentado al certamen aragonés con el sugerente título de “El progreso es lo que tiene”, el jurado ha destacado estar literariamente muy bien confeccionado, así como retrotraer al lenguaje de las películas y al cine más popular español del pasado siglo. En el relato, Bernardo Romero presenta a dos cuñados esforzados en sacar frutos de la dura estepa de Los Monegros, los cuales se ven envueltos en una serie de peripecias que los llevan a abandonar profilácticamente su lugar habitual de residencia para desaparecer durante dos años y medio en Barcelona y alrededores, donde consiguen trabajo y pasar desapercibidos. Un esforzado viaje en tren los había conducido a esa inmigración interior tan frecuentada por gentes de toda España en los años del desarrollismo, miles de trabajadores que huían de la miseria para alcanzar la redención en las regiones más beneficiadas por el estado español, como fue el caso de Cataluña y el País Vasco. Pasados los dos años y medio que los protagonistas se ponen de plazo, regresan ya a las puertas de la transición en un moderno autobús y por una magnífica autopista que refleja los cambios que empiezan a transformar los paisajes y la economía española, pero que también ocultará el pasado y los anhelos de los dos protagonistas del relato.