Las sillas de Galaroza aportan colorido y estética a la Feria de Sevilla
La llegada de la primavera ofrece la posibilidad de disfrutar de fiestas y romerías. Las ferias de Andalucía rebosan algarabía y colorido, como se demuestra en estos días en la Feria de Abril de Sevilla. La estética de la mundialmente conocida feria sevillana no sería la misma sin un elemento tradicional: las sillas y mesas de ‘estilo sevillano’ fabricadas en la localidad serrana de Galaroza.
En este pueblo proliferaron las sillerías dedicadas a la fabricación de estos modelos que han estado presentes en las fiestas andaluzas desde hace décadas. Galaroza llegó a contar con una veintena de establecimientos que exportaron las sillas de este estilo por toda España e incluso a otras latitudes. Incluso la fábrica de los Blanco fue premiada en la Exposición Iberoamericana de 1929.
La última que ha funcionado es la de los Hermanos Valle, que, a pesar de que ha cerrado sus puertas hace unos años, sigue ofreciendo por internet un amplio stock. Su responsable, Manuel Jesús Valle, posee la Carta de Maestro Artesano de Andalucía que le concedió la Junta de Andalucía en reconocimiento a su trayectoria.
Todo el proceso de elaboración es artesanal, desde la enea recogida en las marismas del Guadalquivir, hasta el cuerpo del mueble, realizado en madera de pino, pasando por la pintura a mano de sillas y mesas. En esta tarea ha destacado el tronco familiar de los Lobo, que se han dedicado a estas labores desde hace generaciones.
La maquinaria de torneado de la madera databa de los años 70 y los oficios de la fábrica eran tradicionales en la población. Silleros, pintores y cordoneras o ‘echaoras de asientos’ han protagonizado el paisaje laboral cachonero desde siempre.
Andalucía, Madrid, Cataluña, países europeos e incluso Japón han sido destino de muebles cachoneros para decorar fiestas, restaurantes, hoteles o casas particulares durante muchos años. En materia cultural, esta fábrica recibió también el encargo por parte de la Junta de Andalucía de restaurar muebles de la Casa de la Alegría, donde vivió Blas Infante, y también sirvió mobiliario para la Ópera de Viena, que decoró con él la representación de ‘Carmen’, de Bizet.
