jueves. 25.04.2024
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Víctor Pulido. La alargada sombra del Genio

Víctor Pulido. La alargada sombra del Genio

Pulido02Quedé con Víctor a las once de la mañana en la librería La Dama Culta. Tenía mis serias dudas de que apareciera pues la noche anterior, después de haber realizado la inauguración magistral de La 13 Dadá Trouch Gallery y dejado en su ya mítico estudio-Taller de Polirrosa para trabajar, tenía una cita pendiente con su dentista y un destino con su muela del juicio. ¡Qué paradójico que le quieran extirpar el juicio a una de las personas más juiciosa que he podido conocer! Pero a las once en punto apareció por las puertas de la librería ataviado de su sonrisa y rostro bondadosos, su canotier y su pajarita al cuello. Se quitó la gabardina de detective televisivo añejo y nos sentamos en el ya famoso “sofá de las mil palabras”. Me mira, le brillan los ojos después de toda una noche de trabajo. Le miro y siento la necesidad de tirar el bolígrafo a los estantes repletos de libros y dejarme llevar por ese genio-hombre bueno. De dejarle hablar, de escucharle, de saber de su vida, de sus aventuras, de sus perrerías varias. Del Víctor Pulido persona, niño, estudiante, aprendiz de genio, genio. Del otro, del artista, ya se ha hablado mucho y nunca , sin embargo, lo suficiente.

Pulido03El niño Pulido nos nace en Huelva allá por el mes de mayo de 1.968. Es el segundo de cuatro hermanos de los cuales solo una quiso la fortuna o el destino que naciera fémina. Sin embargo, el primer año de su vida lo pasa en El Puerto de Santa María, aprendiendo a oler y distinguir el buen langostino y la buena cepa, pues su padre Facultativo de Minas se ve obligado a acudir donde esté el pan para sus churumbeles. Los sesentas son una mirada sonriente al sol dentro de un marco de espino. Y a su pesar y con dolor de sus mejillas sonrosadas por el yodo de las playas gaditanas y el olfato más aguzado a la Manzanilla que a la leche materna, vuelve a Huelva, a su barrio de Isla Chica. A la calle Cervantes donde viviría hasta los siete años para instalarse la familia de forma definitiva en la urbanización Inverluz, a pocos metros de “Los Cuartelillos”. El sentido lúdico y gozoso de la vida siempre le ha perseguido.

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No obstante, éste Víctor Pulido nos salió un niño tranquilo, poco dado a jugar en la calle a la pelota, a las bolas o cualquier otra actividad de colectividad. Él era un niño tranquilo, muy tranquilo que le gustaba estar en casa haciendo maquetas o manualidades, imaginando con sus dedos infantiles mil formas abstractas de monstruos imaginarios con su “taco” de plastilina de mil colores teñidas en una masa acolora. “Los niños siempre están creando, Miguel. Yo aprendo de la creatividad de los niños, aunque yo nunca he perdido ese carácter de niño y quiera el destino que nunca lo pierda, puesto sería como un fin para la persona y para el artista. El niño lo tiene todo. Tiene la frescura y la imaginación. La limpieza no adocenada por nada.” Y Víctor se ve obligado a pasar por los distintos tramos de la educación académica oficial por Los Maristas, por el instituto Alonso Sánchez y por fin, en COU, en El Alto Conquero, donde le esperan con los brazos abiertos su pandilla; Rafa, Quique, Matias…La luz de El conquero, el ocre arcilloso de los cabezos, la visión del horizonte simpar, la edad mítica y fogosa, la imaginación desbordada, la creatividad bruta llamando sin pulir en su cabeza…

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Víctor siempre tuvo claro, desde los dieciséis años, que lo que quería era pintar, aunque se aburriese sobre manera en las clases de dibujos artísticos de su profesora Antonia María Peralto. Lo suyo no era seguir la linea de conducta academicista, fuese en dibujo o en cualquier otra materia. En verdad, posiblemente, no es que se aburriera; lo más probable es que le costase trabajo doblar los codos. Prefería la labor de volar por los cielos celestes cercanos e imaginar, siempre imaginar creando. Y aprueba el COU y surge la primera contrariedad real en su vida. Quiere hacer Bellas Artes en Sevilla y su padre anda escaso de liquidez para hacer verdad ese sueño. Quizás como contraprestación, su hermano José le regala un caballete de pintura y su padre le compra la más maravillosa de las enciclopedias de Arte que había en el mercado. Y él miraba ambas cosas, el caballete y la enciclopedia y en su corazón de niño derramaba dos gruesas lágrimas y en sus ojos infantiles dibujaba una triste sonrisa de agradecimiento. “Os lo agradezco de verdad, pero yo lo que quiero es estudiar Arte. Hacerme Artista”. Y la fortuna se alió con él. Consiguió todas las becas académicas que les fue posible y su abuelo, que había tenido el Bar La Nacional, le ayudó durante ese primer curso de carrera. Con lo justo, pero al fin en Sevilla. En un piso de estudiantes y con su amigos de toda la vida. La libertad en el sentido más amplio de la expresión. El estómago podía aguantar.

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“La época sevillana me marca lógicamente. Era un sueño completo vivir en un piso con tus amigos de Huelva. Esas ganas, ilusión y complicidad con los compañeros. Sevilla me inspiró en todos los sentidos. Me cargó de diez mil estímulo. El olor a azahar en primavera, en Semana Santa y Feria. ¡Nos dirán que es puro y tópico!…Pero yo les contesto que entonces nunca, no olido, han vivido y sentido el azahar en Sevilla. Lo que era innegable es que sentía la garantía de estar haciendo lo que debía hacer. Y ese trabajo e ilusión los percató pronto mi padre que incluso, dentro de su ánimo paternal, quería que hiciera la tesis doctoral y que no se había equivocado en dejarme hacer lo que quería. Eso es muy fuerte, Miguel, en una época en que lo importante era que el hijo fuese médico o abogado, pero ¿Artista? Su carrera universitaria siempre estuvo acompañada con la laboral. Empezó a exponer y vender muy rápido. Su primera exposición fue en la cafetería-pub Ibiza, en la antigua Piterilla, con una versión de “El Caballero de la mano en el pecho” de El Greco, cuya mano no estaba situada precisamente en el pecho, sino en sus entrepiernas, y una Gioconda que logró vender por veinte mil pesetas de las de entonces.

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Para él, el dibujo es la base de todo, lo enlaza con la pintura y la escultura. En una época de dió por pintar anatomías, le encantaba el tema y hacía numerosos estudios anatómicos pero desde una visión grotesca, deformada del cuerpo humano. Igualmente empieza a modelar escultura. Guarda un recuerdo entrañable de la serie- siempre trabaja en series bien se trate de pinturas o en esculturas- “El baile del Zambito”, que era una serie en madera de cedro de tipos famélicos, delgados hasta el impudor. Luego las pasó a bronce para exponerla en el año 2.000 en el Museo Provincial de Huelva, en un intento de hacer una recolección de cosas realizadas hasta entonces y como punto de inflección o de partida para un camino nuevo y diferente. Los premios recibidos por Pulido han sido tantos que niego a citarlos. Ya lo dije al principio. No quiero encontrar al artista. Quiero embeberme de la persona, aunque muchas veces la línea entre ambos es tan sutil que yo diría que es inexistente. Por eso dejo para otros, o para los diccionarios, que ha expuesto , tanto individual o colectivamente, en Huelva, Sevilla, Cádiz, Cuenca, Madrid, Cambados, Lisboa, Paría, Brusela, Estrasburgo…Igual que dejo para otros que hagan un listado de sus muchos premios como el Penagos de dibujo o el X Premio Iberoamericano de Creación Artística Contemporánea Juan Luis Vassalla, encuadrado en los Premios Cortes de Cádiz, con su trabajo “La Política”, entre más de 123 obras.

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Sigamos con lo nuestro. Esa época de estudiante, para todo aquél que la haya vivido, es económicamente dura. Una cerveza con los amigos vale diez veces más que un pobre plato de macarrones con tomate. Te llena el estómago de ilusiones, de sueños y de alegría para continuar teniendo esos mismos sueños, ilusiones y alegrías. Pero la mayoría de las veces el bolsillo no daba ni para una caña. “Era eso de estar totalmente tieso”. En una ocasión, ante semejante vicisitud, recorrió enfebrecido las calles sevillanas buscando ventanas por las calles sin nombre y casas sin dios. El fin no era otro que utilizarlas como un lienzo y con ellas empieza a utilizar la resina de poliester y crea una serie que llega a exponer, junto a otras objetos pequeños de madera, en la antigua ,Caja de Ahorros de Huelva. Y termina la carrera en sus ramas de pintura y escultura y se queda durante tres años a vivir como pintor en la ciudad hispalense. Sevilla está llena de pintores con tanta hambre que él, pero seguro que carentes de la genialidad del onubense. Pero carecía de un taller donde poder trabajar y eso le resultaba esencial en su trabajo. Se lió la manta a la cabeza y la ruina le llegó al cuerpo y al alma tras alquilar un Estudio en la céntrica calle Busto Tavera, El artista prolífico, genial, exclusivo, antisocial, grotesco, personal se derrumba en una triste caricatura de si mismo. Tienen que ser sus amigos los que, con una camioneta, acudan a su rescate y carguen la mole del vehículo con todos los materiales del Estudio, que van dejando en distintas casas de amigos onubense, y con la paupérrima figura de un artista que no se encuentra porque no está.

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Pasó año y medio en casa de sus padres lamiéndose las heridas. Estaba hundido, destrozado moralmente. Sumido en un pozo del que le resultaba casi imposible subir. Comenzó a mandar curriculos y afortunadamente comenzó a dar clases en Huelva y Sevilla. En la Fundación de El Monte y la añorada academia Arte2, de la calle Marina. Todo ello comienza a activarlo. Realiza la Objeción de Conciencia trabajando en la Diputación de Huelva y al terminar aprueba una oposición para el departamento de Diseño de la misma. Su trabajo en Arte 2 lo va lanzando interiormente y para culminar su etapa clara su padre vende una casa que posee en El Barrio Obrero y le compra un nave en el polígono Polirrosa. Su Templo sacro. Empieza a mirar de reojo a los cabezos de El Conquero con una sonrisa angelicalmente burlona. Tiene un trabajo fijo, una remuneración cada mes y ello le da derecho a crear en libertad. Comienza la verdadera etapa Víctor Pulido.

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En el segundo milenio Víctor es padre de dos criaturas que le van a marcar existencialmente. Teo de ocho años y la pequeña Noa, de cinco. A ambos les dedica sus propias series de colecciones. Teo se lleva una parte pictórica soberbia de su padre, tanto en forma como en color, de camiones, trasto móviles gigantes y Noa, un sueño. En el año 1.994 comenzó a pintar insectos sobre mármol y veinte años después vuelva a ellos con las libélulas. En medio, grandísimas obras como la serie Las Pateras- de cinco metros-, muy potente, o las de los Perros o la de los Zapatos, cargadas de crítica social. La Libélula, sin embargo, habla de lo mismo pero de otra forma más poética. Le apasionan las libélulas, son sus insectos favoritos. Las libélulas son independientes y depredadoras. Una especie de cruxifición que tienen muchas significaciones. Son los primeros insectos que pueblan el planeta antes que las hormigas y la abejas. Libélula y hormiga. El egoísmo humano y el ser social representado en la hormiga. Todo el recorrido de La Libélula de Pulido es de sobra conocido. Desde la presentación del proyecto para su exposición en el Palacio de Cristal, la negativa temporal por parte del Reina Sofía hasta la aparición del proyecto malacitano en la que Noa aparece siempre a través de el insecto

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Y termino con el proyecto Imago y una advertencia. Imago es un ambicioso proyecto escultórico que representa a la Libélula Emperatriz (El anax imperator) y es una metáfora del crecimiento y de las diferentes etapas vitales del ser humano. Se trata de una apuesta particular del artista apoyada por la universidad onubense y que se realizará en acero inoxidable y en una sola pieza. Lógicamente la envergadura del proyecto hace que esté sometido a un “crowdfunding” para obtener financiación. Estas aportaciones económicas se realizarán de forma popular y en la medida y cuantía que cada ciudadano amante del arte interesado pueda, sea de la provincia o fuera de ella. Dicha obra, que merece todo el apoyo en esta Huelva tan escasa en obras escultóricas de tal calado, quedará fijada en la Universidad de Huelva con carácter residente

Y una advertencia. Como dije al principio con este escrito he intentado hacer una semblanza humana de Víctor Pulido Lancha. Con seguridad existirán numerosas inexactitudes en los detalles de cuadros o esculturas, de sus series o exposiciones. Desde fechas hasta materiales utilizados. Pido perdón por ello, pero no ha sido intención hacer una magistral pictórica o escultórica del grandísimo autor. He intentado, eso si, poder conseguir la vertiente humana de una persona que al nacer fue bendecido con la pureza de la niñez permanente. Muchas gracias Víctor Pulido Lancha.