martes. 16.04.2024
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Paul Macias y Caviar, una marca que susurra elegancia

Paul Macias y Caviar, una marca que susurra elegancia

Mis visitas a Sevilla suelen ser muy corrientes, como corriente y usual suele ser que después del almuerzo tome café en la cafetería “La Alicantina”, en plena Plaza del Salvador, y una auténtica reliquia de la hostelería hispalense incrustada en el solar de la maravillosa iglesia de su nombre. Tomar café allí es una delicia y adoptar el hábito unamuniano de observar a las gentes que continuamente pasan o pasean por la misma aún más. Chicas jóvenes que andan presurosas calles arribas o calles abajos, seguramente porque se les hace tarde para entrar en el comercio, en la oficina o en el despacho. O porque llegan tarde a una cita. También jóvenes en grupos se dirigen a sus puestos de trabajo vespertinos o ejecutivos trajeados y encorbatados caminan charlando, en línea contínua, tras la opípara comida de negocios. La mayoría, los que bajan y suben por La Cuesta del Rosario o por la calle Sagasta o la calle Cuna, son parejas buscando entre los escaparates algo que comprar. Me divierte contemplarlos y hacer un análisis sociológico de su forma de vida por sus detalles externos.

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En muchas ocasiones, me había llamado la atención una joven que minutos antes de las cinco se sentaba también en la La Alicantina para tomar, según la época, un café, un refresco o hasta un helado. Siempre sonreía y bromeaba con los camareros o con otros clientes. Era una chica rubia, de melena peinada a su aire, de cuerpo estilizado y de una forma de vestir muy especial. Siempre elegante porque ella tenía el don natural de la elegancia. Siempre atrevida porque ella poseía el arte de la osadía mundana, sin hipocresías ni miramientos al que dirán. Una de esas mujeres que desprenden personalidad por los cuatro costados. Eso al menos pensaba, desde mi silla. Pero que la chica tenía clase y estilo, que era guapa y portadora de unos ojos y de unos labios avalistas de la felicidad y de la vida eran tan verdad como que el exquisito templo que me acompañaba era una joya de la arquitectura renacentista sevillana, entre gótica y barroca.

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Un día tras otro la veía estar y pasar estando tentado en muchas ocasiones en presentarme. Ella se percataba, lógicamente, de mis observaciones visuales y miraba y sonreía con muecas de niña traviesa para levantarse despidiéndose de todos los presentes con un gracioso movimiento de brazo y dirigirse a un comercio en la misma plaza, en la línea de la calle Cerrajería, con la esquina de Cunas. Tenía personalidad, carácter y evidentemente era muy conocida por la zona. Una tarde, bien adentrado el mes de octubre, el cielo plateaba sobre Sevilla y el aire traía perfume a agua, era yo el único cliente sentado en la terraza de cafetería, cuando la vi venir. Traía esa sonrisa tan suya pintada en los labios y un montón de revistas de moda ceñidas entre el brazo y la cadera. Buenas tardes, me dijo, e hizo un gesto de sentarse a mi lado. No esperó a mi invitación y colocó el paquete de revistas sobre la mesa para después mirarme con aquellos ojos vivos que daban como calambres por el cuerpo. Me preguntó que qué era lo que hacía siempre sentado allí, en el mismo sitio y a la misma hora. Le dije que se trataba de una costumbre de muchos años atrás. Y entonce me dijo que trabajaba en una tienda que tenía a su espalda. También me dijo su nombre. Se llamaba Paul Macias.

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Paul Macias. Y ahora comienza la historia de una niña que nació como una pequeña Lulú entre sabiduría, astucia y felicidad. Mira por donde esta sevillana rubia tiene sus ancestros paternos en Huelva. Concretamente su abuelo Macías, apellido muy relacionado a famosos comerciantes de mi ciudad en el sector textil y de confección, pero que de pequeño marcha con su madre a Sevilla. Más las raíces son fuertes y hasta su muerte siguió teniendo contacto con su ciudad, Huelva, y sus familiares choqueros. Entiendo que la figura del abuelo Macías va a ser determinante en el desarrollo y en la forma de ser de Paul. Él es negociante también, como su nieta, ante el asombro de los suyos que ven en sus trapicheos infantiles la figura del patriarca. Tan es así, recuerda ella perdiendo la mirada en el grisáceo cielo de esta tarde sevillana, una aventura que va a marcar su destino. Era una cría cuando sus abuelos la llevaron a veranear a Matalascañas, me cuenta de pronto entre risas, y una buena mañana se marchó de la casa sin decirles nada, con la complicidad de sus primos, sus pasos se dirigieron en largas zancadas al Mercadillo cercano y allí gastó parte de sus ahorros en la compra de unas camisetas. Volvió a casa con el corazón acelerado y encogido por el temor a ser descubierta. Todo estaba tranquilo. En soledad aprovechó para despintarlas y, como si tal cosa, se fue a la calle para venderlas. Y lo hizo, las vendió todas. Y ello le salvó de la reprimenda familiar una vez enterados de su odisea. Pero para ella supuso mucho más. Comprendió que lo que había hecho era lo que en verdad le gustaba y lo que iba a marcar su futuro.

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Paul Macias nació hace 41 años en Sevilla, aunque no lo aparenta. Y como dice ella, era una niña traviesa, una polilla que revoloteaba por la casa inventando cosas que hacían temblar a la familia. No obstante, era muy buena estudiante y responsable. El instituto sevillano de San Isidoro bien supo de ella. Aquella fue una etapa de su vida en la que se reflejó su carácter vital. Era muy famosa entre sus compañeros, delegada de curso, escribía en el periódico escolar, pertenecía a la AMPA y le encantaba eso de defender a sus compañeros. Es ese impulso social de la defensa de la igualdad y del compromiso para con los demás, para con los más desfavorecido lo que va a etiquetar su alma libre. Es luchadora y lo sabe, pero no soporta al que no siga su ritmo de trabajo, a los parásitos.

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Ese amor por la moda no se queda en un sueño de infancia sino que se convierte en un estigma de futuro. Ella lo sabe pero no lo dice. Estudió la enseñanza secundaria completa y Diseño. Más sabe que en este mundo, como en tantos otros, no puede uno pararse nuca y el estudio y la actualización de métodos, formatos e ideas son continuas. Ella tiene la base, y muy fuerte, pero reconoce que debe de estar al tanto de todo lo que se mueve en el mundo de la moda y del negocio en general.´Y como dice, nunca se puede dejar de estudiar en este mundo porque cuando te paras, cuando te crees que ya has llegado al summum , que ya conoces todo, entonces todo termina. Hemos cogido amistad, creo que bastante, durante estas tardes u ocasionales mañanas en la Plaza, siempre interrumpidos por el constante entrar de clientes en la tienda o por conocidas que la saludan sin cesar. La entrevista se está haciendo interminable en el tiempo por estas pausas y nuestras recíprocas obligaciones profesionales no coinciden para comer o cenar juntos.

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Un día acepto la invitación que me ofrece. Pasar el fin de semana en su casa de El Algarve, en Portugal, con su pequeña Candela. Dicho y hecho, este diciembre pasado nos ha dado días veraniegos para poder disfrutar de las horas del sol luso y de las playas y calas únicas y exclusivas del sur portugués. Quedamos en el centro de Huelva y una vez depositada la bolsa de viaje en el maletero, partimos en dirección a Portugal, camino de Ayamonte. Detrás mía va una princesa rubia de pelo ensortijado que es el vivo retrato de la mujer que conduce. Se llama Candela y tiene ocho años. La miro sonriéndole y ella acepta el reto haciéndome burla y cantando. Y habla, y relata, y cuenta mil veces lo que podemos o no podemos hacer. Me pregunta si me gusta esto o lo otro, que porqué tengo el pelo blanco o si me gusta jugar. Es Candela Macías, la niña que adquirió su nombre del que tenía una muñeca que , a pesar de ser la preferida por su madre, siempre estaba pintarrajeada y desnuda. Como no podía ser de otra forma, me dice Paul, mientras mantiene la mirada atenta a la carretera, ella, Candela, también tiene su cuarto lleno de muñecas desnudas.

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Cuando estamos a punto de cruzar el puente internacional que une a los países hermanos me señala hacia Ayamonte, la fronteriza villa marinera onubense que es como nuestra puerta del atlántico, y sus ojos relucen. Entonces le hablo de mi teoría sobre el carácter telúrico de toda esta zona desde la sierra de Monchique o de Caldeirao hasta las estribaciones de la penibética hispana en pueblos como Villablanca o Paymogo. donde en un artículo sobre el libro “La Maleta Verde”, escrita por dos profesoras ayamontinas, pongo de relieve la existencia de poblados protohistóricos, los más antiguos conocidos, por estas zonas. Es tierra donde sus raíces están anegadas de las ánimas silenciosa y guerrera del pasado bélico de ésta. Hay que recordar que la Taifa del Algarve es anexionada, junto a la Taifa de Silves, por las Taifas de Sevilla y, posteriormente, de Niebla. en los años 1.051 y 1.063, respectivamente. Paul me escucha con atención, satisfecha, y Candela, callada y echada hacia delante para no perder palabra, mientra me dice que le tengo que contar eso más detenidamente. Para terminar, cambio el tono de voz y volviéndome hacia la pequeña Candela le pregunto, ¿Sabes que significa Algarve?. Ella lo niega con la cabecita sin dejar de mirarme y yo le digo que Oeste u Occidente y que Occidente viene de occidere, donde se muere. “Tonto” , es su respuesta. reímos.

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Cuando dejamos todo en la bonita casa de Paul nos fuimos prestos los tres a dar un paseo por las finas arenas junto al Atlántico. En la playa, sin aglomeración, los primeros bañistas tomaban tranquilamente el sol. ” Aquí me inspiro, Miguel .- me dice , Paul, mientras Candela corre por la orilla pateando el fenecer de las breves olas- Esto me da la paz y el sosiego suficiente para soñar, para idear, para captar colores y formas. Los azulejos portugueses me iluminan y los de tonos azules me pueden. También Ayamonte, pasear por sus calles marineras, oler la bravura intrínseca del mar recibiendo al Guadiana, la salitre impregnada en las viejas paredes de las naves portuarias, en los adoquines húmedos de ella y del agua. Pasear por sus calles estrechas y empinadas y embeberme de sus formas y cultura. Son muchas las cosas que me inspiran, Miguel. Leer mucho y sin sentir nada, excepto el sonido natural de los alrededores; la música, los amigos, la familia, viajar…¡y otras cosas no tan espirituales y si más prosaicas! Como comer mucho y bien… Lo necesito todo…Y amar, amar mucho.” Y ríe como la niña juguetona y soñadora que es. Como Candela.

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La suave brisa hace bailar su gruesa melena trigueña al viento y esconde sus ojos bajo unas exclusivas gafas de sol estilo Paul. Tiene ganas de hablar y la dejo. ” Mi color favorito es el blanco, quizás por ello hice mi colección de Novias Vintage. Es un color ideal, níveo, que me dice muchas cosas y representa más.¿ Qué te cuente como empecé en esto? Ya te he dicho que la Moda y el diseño siempre han sido la razón o el hilo conductor de mi vida. Siempre he sido muy emprendedora y arriesgada; de ahí, como te dije, que en mi familia siempre hayan dicho que era igual que el abuelo Macías. He llegado a tener cuatro tiendas y un taller al mayor. Tres de ellas de ropa y una de muebles. Desde hace 15 años viajo a Asia habitualmente y allí empecé a ver y conocer su mercado e importaba muebles y accesorios del hogar de Bali o Thailandia. Fue una época hermosa en la que trabajé mucho y feliz. Estaba en mi salsa, disfrutaba cada momento con lo que hacía y cuando se trabaja con amor el resultado siempre tiene que ser positivo. Durante diez años lo hice todo desde colecciones de lana, gorros, vestidos, chalecos hasta decorar interiores de casas , que era uno de mis puntos fuertes y de mis aficiones favoritas o, sobre todo, el escaparatismo. Mis escaparates, y te lo digo sin ningún rubor, eran conocidos en Sevilla por su originalidad y estética. Todo el mundo me llamaba para que les pusiera el suyo en épocas especiales de cambios de temporadas, de Semana Santa o Navidad, por ejemplo. Era buena, creo; muy buena. Y es una auténtica pena que la profesión del Escaparatista esté desapareciendo, si no ha desaparecido ya, porque es algo fundamental en un comercio a la hora de atraer la clientela.

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Almorzamos en un chiringo-restaurante a píe de playa. La temperatura invitaba aún más a esto y por ello la playa se cubría cada poco a poco de parejas en bañadores y otras vestidas paseando, generalmente alemanes o ingleses. No pudo faltar la típica cataplana de arroz y bogavante a petición de la pequeña Candela. Se estaba ideal en el lugar. Ahora entendía porqué Paul elegía este sitio para descansar y no cualquier otra playa del litoral andaluz. Me señala con la mano a dos parejas que subían a donde estábamos. Iban vestidas de la forma más dispar y extraña, aunque sin perder cierta elegancia. Le pregunto que qué entiendía por Moda.” ¿Por Moda?, empieza diciendo,…por Moda entiendo tendencia. Mira mi profesión abarca el empezar una colección sin límites, dejándome llevar por lo que el público quiere. Sé escuchar y me adapto rápidamente. No soy de las que trabajando impongo reglas. No soy Chanel y ni quiero ni me interesa serlo. Paso de eso. No quiero ni aspiro a ser famosa, ni nada por el estilo. No es mi fuerte ese papel. A lo largo de mis 21 años de carrera he tenido muchos momentos de gloria, dando entrevistas casi a diario;trabajando en cine, en teatro, todo el vestuario lo hacía yo y constituyó un auténtico éxito.

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Ciertamente la carrera de Paul Macías es muy ámplia y cuajada de satisfacciones y éxitos. Resultados estos que no es más que el producto del trabajo diario y constante, de ese saber ser y estar que toda diseñadora debe de tener, de su constante ir y venir por países asiáticos o africanos buscando los mejores tejidos, aquellos que tengan el mejor cuerpo, la mejor caída y el mejor tinte y dibujos. Y salir también a París, Londres, Roma o Suecia para estudiar los nuevos métodos en venta y en escaparatismos. Intenta, y lo consigue, estar al día en todo lo que rodea a su mundo. Por ello, detrás del trabajo de una colección de Paul Macías hay mucho más que el diseño y realización de vestidos. Hay una tarea sería y profesional de markenting que va desde la elección de las modelos idóneas, del estudio de colores hasta lugares perfectos para la ejecución o plasmación de la instantánea por parte del fotógrafo profesional que lucha durante todo un día, en el mejor de los casos, para conseguir las imágenes que van a llegar al público.

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Casi sin darnos cuenta la tarde va cayendo sobre nosotros. Atrás quedaron la cataplana y los pescados en sus esqueletos espinosos. Ahora apuramos una última copa a la espera de ver el cercano espectáculo que significa ver el occidere de la bola rojiza amarilla al fondo, por el Cabo de San Vicente. La parte inferior de la bola incandescente ya ha mojado su cuerpo en las tenebrosas y frías aguas del Atlántico profundo. A esta señora de espíritu juvenil, que es como una especie de deliciosa Campanillas, dejó por el camino algunas de los negocios con los que empezó con criterio mercantil y otro por circunstancias personales que no merecen la pena comentar. Actualmente, lleva a sus espaldas un Taller de venta al público y al Mayor… Y la joya de la corona, su Caviar. Pero de ello hablaremos más tarde. Ahora nos quedamos los tres atónitos ante la desaparición del día y la entrada de la noche en el horizonte. Ante el hundimiento del gigante abrazador y el nacimiento de la una semi luna plateada y sonriente.

La pequeña Candela apenas puede mantener los ojos abiertos tras la relajante ducha, después de haber vivido una jornada llena de actividades. Es un espejo de la madre. “Candela es más que Paul Macías. Cuando tienes un hijo se te cambian los parámetros de tu vida y a mi me los ha dislocado totalmente. Es mi otro yo, le gusta mis gusto, dibujar, opinar, viajar…Pero te digo una cosa, Miguel. Ahora me cae peor, porque ya elige su ropa, su estilo, me replica o pone en duda mis gustos. En fin, una auténtica pesadilla.” Ante el panorama de cansancio de Candela y de nosotros también, todo hay que decirlo, nos decidimos a picar algo en casa cómodamente y luego de acostar a la Reina del hogar, tomar tranquilamente una copa en la terraza de la casa.

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Quién conozca estos rincones del sur europeo donde la mitología escribió “Nom plus ultra”sabe que las noches claras suelen ser de tormentas de cometas y toda clase de luces vivientes, pero en la de hoy bulle un cielo de luz tenue en el que uno se abstrae ante el vals incandescente de estrellas, armonioso y relajante. Candela duerme y nosotros, arropados por sendos cubre cuerpos, saboreamos un combinado ante ese espectáculo sideral. La miro y le pregunto sacándola del sueño visual. “¿Caviar? Para mi Caviar, me dice, es todo. En mi tienda todo es exclusivo, único y personalizado. Cuando trabajas a mano, artesanalmente, es imposible que un traje, un vestido o un simple tocado te salga igual, ni en serie. Mi tienda es mi rincón, mi cueva donde brota la magia y la positividad por todos los rincones. algo íntimo y particular donde pretendo que todo el mundo se sienta como en su casa. Además, siempre cambiamos. Estamos en una constante renovación de la mercancía. Vendemos y volvemos a crear algo nuevo u otra colección diferente….Caviar es diferente a todo y a todos. Nuestro lema es tener lo que nadie tenga. Lo hacemos todo. Ponemos y quitamos; hacemos y deshacemos y nunca decimos que no a nadie, sea clienta habitual o no. En nuestro labios y en nuestra voz siempre está el SI. Ya hora, en enero de 2017, cumple QUINCE AÑOS”.

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Hay una cosa muy importante, Miguel. He conseguido una clientela muy fiel y de toda España. Y mira tú las cosas. Hace diez años me sacaron en una de las mejores guías de Francia y desde entonces son muchísimos los turistas franceses que cuando vienen a Sevilla se llegan a Caviar y salen tan contentos que, o vuelven en otra visita, o lo comentan a sus amigas al llegar a Francia. Por tanto, he hecho con una clientela gala muy grande. Y después Andalucia. Sevilla entera; Huelva, tu ciudad, es otra provincia con la que cuento muchísimas clientas para bodas, fiestas y demás.Cádiz, Córdoba, Jaén…¡ todas! El trato personalizado es lo que más agradece el cliente y nosotros personalizamos y customizamos todo.

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Y es que en Caviar, en Plaza El Salvador, 14, en Sevilla, podemos encontrar de todo. Pamelas, sombreros, tocados, vestidos o bolsos. Además te hacen canotiers de flores o customizar coronas de flores. También podrás encontrar telas vintage para vestidos de colección limitada o reciclar tus zapatos antiguos o aquellos que consideras ideales y sombreros o chisteras de hombres, como el caso de la boda del torero Cayetano Rivera. Y diademas y joyas. En fin, lo que se dice todo, absolutamente todo. Con la garantía de un trabajo bien hecho y reconocido internacionalmente como lo dijo en su momento sus participaciones con Caviar boho shop en sus colecciones de Madrid y Londres sobre bodas, pedidas e invitadas. Todos ellos vestidos hechos a mano, piezas únicas y de elaboración exclusiva. O la Colección Coming Soon new Coleccion o los Shopping realizados en Italia.

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Y nuestros ojos se cierran por mucho que luchemos por lo contrario. Me siento feliz por muchas razones y por diferentes motivos. Por haber conocido a esta joven mujer que es una enciclopedia de la vida y del saber del mundo donde se mueve. Por conocer a esta mujer que desprende una vitalidad tan pegadiza que te hace rejuvenecer unos años al estar con ella. Por haber podido gozar y disfrutar de su presencia, de su conversación, de sus risas y de su voz. Por haber podido ser partícipe de esa relación humana materno-filial que mantiene con esa maravilla de pequeña a la que puso de nombre Candela. como su muñeca preferida de niña y a la que ahora la mira con el gesto fruncido porque se va haciendo mayor y le discute los gustos. Qué bonito todo. El viaje, el día, la noche. Tú, Paul, y Candela. Siempre en mi corazón.

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