martes. 16.04.2024
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Los dos mensajes de crecimiento personal inolvidables en Avatar

Los dos mensajes de crecimiento personal inolvidables en Avatar

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¿Has visto la película Avatar? La han repuesto de nuevo estas Navidades, y lo harán muchas veces más. Avatar es para mí de esas películas que van a resistir las repeticiones, las copias, el paso del tiempo, el avance de la industria de los efectos especiales y lo que sea necesario, porque está cargada de mensajes muy poderosos. Si eres de las personas que aún no la ha visto, puede que algunos comentarios no tengan demasiado sentido. Lo que espero es que después de leer este artículo quieras verla, incluso si ya la has visto.

Algunos de los mensajes que lleva Avatar a la gran pantalla son evidentes y comercialmente oportunos como el urgente cuidado medioambiental del planeta o la necesaria comunión de la Humanidad con la naturaleza para subsistir. Son obvios.

Hay otros mensajes igual de evidentes y además más longevos en la industria del cine como son el poder del amor o los conflictos en el enfrentamiento de culturas y en la coexistencia de distintas razas. De hecho, hay momentos en los que Avatar es una película de indios y vaqueros, tal cual, en la que el lejano oeste es Pandora, la luna del planeta Polifemo, y en la que esta vez parece que ganan los indios.

Todavía encontramos muchos más potentes mensajes que, aunque no son principales, sí son igual de importantes para conseguir hacer de Avatar, en mi opinión, una joya cinematográfica imperecedera en el tiempo.

En ella vemos la fortaleza incuestionable de la discapacidad que no se autoimpone límites. También es evidente la amplitud de visión que se produce al conocer a los demás poniéndote en sus zapatos. Avatar habla de la objeción de conciencia, de la curiosidad de la ciencia frente al capitalismo, de la energía vital que fluye inexorable entre los seres vivos, del poder de la confianza entre las personas sin distinción de raza, de las terribles consecuencias de menospreciar la fuerza de la Naturaleza...

Y si sigues mirando, aún te encuentras más mensajes: el crecimiento personal de cada persona cuando se centra en las necesidades del otro, la gestión del Ego, la conciencia compartida, la repercusión inevitable...

Y sí, tienes razón, muchas películas cuentan en mayor o menor medida este tipo de mensajes, pero Avatar, para mí, lo hace con una belleza exquisita. Es una opinión. El guión de Avatar está cargado de guiños maestros, diseñados con gran delicadeza, que bien hubieran merecido alguno de los numerosos premios que esta película de James Cameron ha cosechado. Porque esos detalles son cosa de los guionistas, que han creado un universo ficticio completo y espectacular.

En ese Universo Na ́vi existen sus largas cabelleras que son conexiones neuronales con animales y plantas, y en él jinete y montura se eligen mutuamente y de por vida cual dragones. También está el árbol Madre y el árbol de las Almas, que es el único que subsiste al paso de los humanos por Pandora. Y las fluorescencias, y las luces de los ​

atardeceres y los oscuros absolutos de las noches, la esencia de Eywa, la deidad del pueblo Omaticaya...

Y de la infinidad de detalles que describen ese Universo inventado en el minucioso guión de Avatar, hay dos que personalmente me siguen embelesando cada vez que los veo. Aviso de que no voy a ser nada original.

El primero es ese magistral uso del “I see you”, “te veo”, como espiritual saludo Na ́vi de Pandora. Es un “te veo” más allá de lo que los ojos permiten mirar. Y no sería tan potente el anclaje que se ha generado en mi mente si no fuera por la escena en la que él, Jake Sully, el “muchachito” que diría mi madre, débil y pequeñito en su forma

humana, después de estar casi a punto de morir asfixiado por la incapacidad de los humanos para respirar el aire de Pandora, en brazos de la imponente y mucho más grande forma de su amor azul, Neytiri, se miran mutuamente y se intercambian ese profundo saludo: te veo.

El segundo detalle magistral es la resolución visual del concepto de pertenencia al pueblo Omaticaya. Ese tocarse todos en los hombros, unos a otros en sucesivos niveles, cual Twitter. Es la visualización de la red biológica y espiritual que conformamos los seres humanos, ese network que nos empeñamos en nombrar en inglés para expresar algo que no tiene idioma: la repercusión inevitable e infinita de lo que hacemos y de lo que no hacemos. Jake Sully en el centro, recibiendo de todos, y a su alrededor todo el pueblo creciendo en una red infinita, recibiendo de Jake Sully.

El mirar más allá de lo que se ve, y el ser consciente de la repercusión de ida y vuelta que generamos como personas. Esos son mis dos anclajes con Avatar. Y da igual si la película te parece buena o mala, ahí están esos mensajes. Otro día, si quieres, hablamos de mis anclajes con Matrix. ¿Cuál es tu película?