Las hermanas Mojarro Figueredo ponen el punto elegante, con “Mariquilla del Carmen” en el Paseo de Santa Fe

Desde hacía bastante tiempo me venían hablando de una pequeña tienda situada por La Palmera o cerca de ella, que tenía cosas preciosas y que no se veía por Huelva, que me acercara a verla. Siempre decía que si, pero por una u otra razón, nunca lo hacía. En esta ciudad uno se cansa de oír cantos de sirena cuando en ocasiones no se llega siquiera al piar de un gorrión. Sin embargo, días pasados caminaba por el siempre elegante Paseo de Santa Fé e iba pensando en el abandono comercial del mismo que los onubenses le tienen sometidos. Es un lugar con un encanto especial, con un estilo vivo en nuestras memorias, tranquilo y sobre todo con ese encanto añejo renovado que invita a pasear, a dejar que los niños jueguen y los mayores se puedan sentar tranquilamente a conversar sin peligro y en paz. Pero no veía nada. Solo el clásico colegio de Las Esclavas, la Delegación de Hacienda y locales cerrados que pudieran darle la vida que se merece. Sólo la clásica cafetería Blanco y Negro, haciendo esquina con calle Velarde, y más abajo el Bar Retahila se mostraban como referentes de vida empresarial. Entré a tomar un café en el primero y entre sorbo y sorbo me percaté de la existencia de un pequeño comercio que había escapado a mi atención. Mi miopía, a pesar de llevar gafas, no me permitía ver más que un letrero y un escaparate entre nebulosas.

Pagué y crucé en solitario el Paseo hasta llegar al lugar que me había llamado la atención. Se llamaba “Mariquilla del Carmen, Complementos”. Miré a través de los cristales del escaparate y me sorprendió desde un primer momento la composición del mismo. Estamos en una ciudad en la que desgraciadamente, salvo honrosas excepciones, no se le presta la atención debida a este elemento, que es crucial y esencial para la imagen de una tienda. Estaba decorado con artículos de artesanía y ropa, y demás objetos apenas vistos en otras tiendas, todo combinado de una forma adecuada, sin agarrotamiento, delicada y con clase. Me gustó y decidí entrar. Y entonces comprendí que se trataba de aquella tienda de la que tanto me habían hablado y no quise o pude ir.

Se llama Jessica Mojarro Figueredo. Es de una juventud y frescura hiriente que desprende una vitalidad apabullante y de una belleza serena y linda que ya te hace comprender que los artículos que posee es de la misma elegancia natural que ella desprende. Es, Jessica, una emprendedora por naturaleza y de las mujeres que desean comerse la vida sin perderse nada. Cuando hablas con ella te enamora a través de esos bonitos ojos grisáceos que en verano, según me dice, se tornan azules. Melena lacia rubia ésta chica de 32 años te sonríe de tal forma que te hace sentir bien y desear conocer un poco más de su vida antes de entrar a que te enseñe sus joyas y mercancías.

Se me vino a la cabeza las palabras de mi querido amigo el polivalente escritor, Bernardo Romero, cuando al referirse al placer de la comida dice que detrás de un buen cocinero debe de existir la magia y la sensibilidad de un artista. Pues en este caso es igual. Y, además, le viene por herencia familiar. Su madre, modista, inició a su plebe formada por tres hijas en el bello arte del hilo y la aguja. La primera de ellas, Isabel, que además estudió Diseño y dió clases de Corte y Confección, es una consolidada modista y diseñadora onubense cuyos trabajos son admirados y requeridos tanto en nuestra provincia como fuera de ella. En medio, está Rocío pero de ella, que forma parte de la vida empresarial y familiar de Jéssica, ya le dedicaremos unos párrafos aparte. ¿ Cómo pudo aquella chiquilla cabezona, taciturna, regular estudiante pero que sacaba sobresaliente en Dibujo llegar a convertirse, a su edad, en todo un referente de los complementos artesanales trabajados en oro?

La clave puede estar en esa magia familiar que se impregna en la sangre…Y en su hermana Isabel y en las barbies. Le resultaba más gratificante meterse en el taller de su hermana y con los retales tirados por los suelos y los diseños propios pintados en su cuaderno hacer toda una colección de moda para sus muñecas, que ponerse a estudiar cosas que no le llenaban. Así empezó. Y siempre estuvo relacionada con este mundo de ensueño de las telas y los complementos. Trabajó en varias tiendas desde los 17 años, pero su carácter definido desde su niñez, no le hacía llevar bien las imposiciones y éstas mermaban el espíritu libre que lleva dentro. Ella entiende la libertad como la consecuencia de vivir y trabajar en lo que te gusta y estás enamorada, sin cortapisas ni imposiciones. Llevaba, esta joven , en sangre la herencia de su madre, de su hermana isabel, de su tío Pepe y de su tío Ramón, grandes escaparatista y pintor de nuestra tierra, respectivamente; de ese sentido delicado y elegante que sólo puede dar la magia del arte. Y como es dinámica como nadie decidió, hace tres años, trabajar durante 14 horas diarias todos los días del año en bares de copa , en la playa y en la capital y, con cuyas ganancias poder montar este pequeño templo del buen gusto.

Ella, Jéssica, se siente ,ante todo, especialista en Joyería, Bisutería y Complementos. Así que., ni corta ni pèrezosa, se marchó al IFEMA para bucear en primera persona todo lo que se cocía en la primera feria internacional del sector. Regresó cargada de ideas y proyectos y con la idea fija de montar “Mariquilla del Carmen”. En un principio, la tienda se dedicó única y exclusivamente a esto, a la joyería, la bisutería y los complementos artesanales. Empezó a realizar colecciones de anillos, pendientes, collares, pulseras utilizando como materiales piedras naturales, cadenas, cueros, terciopelos. Más Jéssica tiene un criterio y estilo propios y esto se nota en sus obras. Todas sus piezas están trabajadas con oro turco, que se lo trae de Estambul en piezas con baño de 3,5 micra de oro. Y se sienta en el coqueto taller, su lugar preferido de trabajo, en la trastienda de la tienda, donde todos los materiales se encuentran perfectamente clasificados. Y en él el tiempo se para y su imaginación vuela y vuela en un sueño largo y bondadoso creando estilo, diseñando formas y escribiendo colores idílicos para los mismos. Colores que van desde los grises, rosas, verdes agua al buganvilla.

Sin embargo. Jessica Mojarro entiende que un negocio no tiene porqué estar encerrado entre cuatro paredes, como ha sido tradicionalmente. El mundo ha cambiado y con el la forma de venta. Hay que acercarse a la sociedad, al cliente utilizando los nuevos sistemas de venta. Por todo ello, es partidaria de coger sus bártulos de venta callejera o ambulante y dar a conocer su marca en Ferias como la de Gibraleón, en mercadillos o chiringuitos de nuestra costa, como Punta Umbría o La Antilla, en actos especiales como el realizado en la Casa Palacio Mora Claros o en mercadillos como los llevado a cabo en el Parque María Luisa o en el barrio de Los Remedios sevillanos. La última cita a la que acudió fue, nada más y nada menos, que al Hotel Palace de Madrid, donde tuvo una acogida sensacional, vendiendo y captando clientes de toda la geografía espàñola

Jessica Mojarro es una emprendedora que sabe lo que quiere y no deja nada por atar. Sabe y conoce de la multitud de artesanas que tiene esta tierra nuestra y como sus artes y oficios se oscurecen en el olvido y el desencanto personal. Ella no quiere caer esa trampa e idea una propuesta lógica que traslada a su otra hermana mayor, Rocío Mojarro. Se trata de no ceñirse a una única división comercial sino en ir ampliando el contenido mercantil de esta. Así que cuenta con Ro Mojarro, que físicamente no puede negar que no sea su hermana, por su extraordinario parecido físico. Es una chica, como su hermana, envuelta en ese halo de elegancia y simpatía que te envuelve y sabe dar al cliente aquello que sabe que va a necesitar. Rocío es también de una actividad demoledora. Fue muy buena estudiante pero le podía más los sueños y el poder ser independiente antes de vegetar entre libros. De tal forma, que pronto trabajó en el sector de la peluquería, tras realizar los cursos oficiales pertinentes, dándole sueños de colores a cientos de cabezas onubenses. Sin embargo, decidió cambiar de aire y entró como administrativa en las oficinas de Sol Lepe y posteriormente, en otra de la misma rama de una empresa familiar. Luego se casó, marchó a Algeciras durante diez años y tuvo dos niños. Su vida cambió radicalmente por esas circunstanciales vitales que únicamente importa a uno y comenzó a trabajar en el taller de su hermana Isabel.

Siempre le gustó la costura, el realizarse a través de creaciones textiles, pero le apasionaba más el mundo de los tocados. Así que marchó a Madrid a realizar un curso de Sombrerería y empezó a trabajar todo tipo de formato, desde pamelas, tocados, sombreros o canoutiers. Ninguno esconde misterio para ella que se esfuerza en estudiar y ponerse al día en las novedades nacionales e internacionales. Sabe del esfuerzo que supone el reconocimiento público de un sombrero o tocado artesanal y más cuando estos están hechos con materiales de primera calidad y de diseño exclusivo. No obstante, reconoce tener una clientela que sabe lo que busca y es conocedora de la calidad y el arte ante tanta bazofia artificial que se ven en la mayoría de los escaparates onubenses y de otras provincias.

Las hermanas Mojarro Figueredo saben que falta una nueva línea para completar el negocio. La cabeza de Jessica es un motor de alta revolución y encuentra el contrapunto prudente de su hermana Ro, quizás más parada por ser mayor y no tener la libertad económica de ella por tener que alimentar a dos hijos. Pero fuera de esta disquisición particular, son dos almas gemelas que se apoyan mútuamente . Era la línea de ropa la que faltaba. Convencidas de ello la única cuestión pendiente estaba en qué tipo de ropa ofrecer. No le atraía la idea de los vestidos de fiestas por lo limitado de sus funciones, ni las ropas de marcas conocidas porque son sabedoras de la situación económica nacional. Por ello, se deciden por la ropa de diseño casual. Buscan una marca de calidad y de precios razonables y todo por dos cuestiones. La primera, la ropa casual que quieren es una ropa ideal para el tipo de clientas que tienen. Una mujer joven, activa, profesional o ama de casa pero que están acostumbradas a llevar o vestir bien y a la última. Nada mejor que “Mariquilla del Carmen”, que le puede ofrecer los mejores complementos para el vestir en la vida diaria en colgantes, pulsera o zarcillos y las mejores exquisiteces para adornar y abrigar la cabeza ,para ir elegante, joven y a la última sin sobresalir de manera brusca. Sencillamente para ir ideal. Y en segundo lugar, porque sus clientas se dejan asesorar y le piden opinión. La gama de combinaciones que pueden establecer con el estilo individual de ropa que poseen en pantalones, faldas. blusas, chalecos o chaquetones con bufandas , guantes y los complementos artesanales exclusivo de la Casa hacen que, unido al gusto profesional que poseen, se multipliquen por mil.

Y es ese conjunto individualizado de objetos y mercancías varias que poseen lo que hace especial a esta tienda. Aparte de ello, al entrar en la misma, la dimensión de esta se engrandece por la luz mágica que adorna cada perchero o estante, por la buena disposición de los artículos y sobre todo por la amabilidad, simpatía y profesionalidad que tanto Jessica, cuando su trabajo fuera del Taller se lo permite o sus constantes viajes para seleccionar y comprar los materiales necesarios y de calidad le dejan, cuanto Rocío imponen en el establecimiento

Un establecimiento que podemos denominar como limpio, en el sentido de que no te sientes asfixiado ante la acumulación informe de objetos. Sino que estos subsisten con el color de las paredes, el diseño de la mesas o anaqueles y la extraordinaria fotografía del Paseo de Santa Fe en el exterior. Han sido muchas las amigas a las que le he hablado de Mariquilla del Carmen por la gratísima impresión que me ha causado y que han acudido a la misma tras confiar siempre en mis impresiones y han salido maravilladas de todo lo que han encontrado en su interior, del trato recibido y de la exquisitez y buen gusto de los comentarios que han recibidos. Si entraron vacilantes ante el hecho que esta tienda se encontrara en una zona comercial absurdamente abandonada, como el Paseo del Chocolate, más incrédulas salieron al preguntarse cómo puede haber en Huelva una tienda así y no coloquen veinte más a su lado del mismo tipo y calidad. Eso ya son cosas de esta ciudad en la que el sector del comercio no se ha sabido adaptar a los usos y costumbres actuales y que como consecuencia de ello, su gran mayoría se encuentran en situación de vida mantenida. Pero esto es ya otra cosa.

Es otra cuestión que los seguidores de mis artículos conocen y saben y no vamos a reincidir, so pena de restarle un ápice de gloria a las hermanas Mojarro Figueredo que han conseguido, en el onubensismo tan arraigado que poseen, que el comercio de Huelva cuente en silencio, poquito a poco, con una tienda de referencia, con un pequeño templo que ha sabido disfrazarse en un pequeño paraíso de la Moda y de los Complementos. Ah, se me olvidaba, y en ese afán de actualización y superación pronto empezaran a vender ON LINE. Enhorabuena a las hermanas Mojarro Figueredo, Jessica y Rocío, por ser como son y por darle a Huelva algo distinto y rico.