viernes. 29.03.2024
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Cómo salir reforzado personalmente de la Navidad

Cómo salir reforzado personalmente de la Navidad

Llegan unas fechas difíciles de gestionar para muchas personas por varios motivos. Más allá de creencias, costumbres familiares, o de que te gusten o no, las Navidades son unas fechas en las que normalmente comemos más, bebemos más, gastamos más, nos interrelacionamos más y nos cuidamos menos. Ahí tienes el cóctel molotov que puede pasarnos factura si no andamos alerta.

Y aunque los kilitos de más, las borracheras con naufragio o los agujeros al bolsillo que empinan la cuesta de enero influyen mucho en el daño que nos hacemos, hoy me quiero centrar en el aspecto de nuestras vidas que más sinsabores nos proporciona, aunque también más alegrías: las relaciones con los demás.

En Navidad hay una especie de obligación social a encontrarse y departir. Es como si subieran al máximo el volumen de nuestra necesidad de pertenencia. Y quedamos con los compañeros de trabajo, con los compañeros de gimnasio, con los compañeros del colegio, con los vecinos, con los amigos de todos los días, con los amigos que vuelven a casa por Navidad, y por supuesto, con la familia. Con la familia propia y con la política. Vamos, que es hipercomplicado en estos días no tener que coincidir con quienes no queremos. Hasta paseando por las calles te encuentras con mucha más gente. Y será por las luces, pero las personas también tienden a pararse y saludar más que dentro de cuatro semanas.

Te lo tomes como te lo tomes, en Navidad necesitamos más energía. Literalmente. Y las personas tenemos dos maneras de obtener la energía vital que nos mueve. Una es generándola dentro de nosotros mismos, lo que nos convierte en personas con una sana autoestima y con autoconfianza. Esto es lo ideal. La otra manera es robar la energía fuera, y eso nos suele convertir en personas tóxicas.

Las personas tóxicas en Navidad también suben el volumen de sus necesidades, y salen de caza cual vampiros a chupar aún más energía. La necesitan. Lo malo es que todos podemos convertirnos en vampiros energéticos en un momento dado, y cuanto más tiempo mantengamos esas conductas tóxicas, más difícil será dejar de tenerlas. Incluso cuando acabe la Navidad. Así que ojo.

El remedio: Identificar y apartar

Tanto si es para protegerte de los vampiros de energía como si es para dejar de intoxicar tú tu entorno, lo más eficaz es identificar las conductas tóxicas y apartarlas.

Las conductas tóxicas más típicas son la agresividad, el victimismo, el servilismo y la soberbia, que además, lamentablemente, se acentúan en estas fechas. Los agresivos tienen más excusas, los victimistas más razones, los serviles más justificaciones y los orgullosos más argumentos. Pensadlo, o mirad en las redes sociales como Facebook, y encontraréis un montón de ejemplos.

Así que, ya sea porque las ves en los demás o porque las notas en ti mismo, cuando identifiques alguna de esas conductas de forma reiterada, apártate o apártalas. No caigas en la trampa de querer salvar al mundo.

Aceptación como arma

La clave para obtener la energía dentro de ti mismo es bastante simple: aceptar. Aceptarte tú y aceptar a los demás. Y ojo que no se trata de resignarte. Usando una metáfora, la resignación es dejarse llevar por una fuerte corriente contra la que no podemos; la aceptación es nadar aprovechando esa corriente y aceptar que no llegaremos donde queríamos, no exactamente, pero nadando.

La aceptación es el principio de todo. Es el arma más potente que puedes usar para salir reforzado como persona de momentos socialmente tan exigentes, con corrientes tan fuertes, como la Navidad. ¡Suerte!