miércoles. 24.04.2024
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Me despierto y…. ¿ahora qué? Rompiendo la rutina

Me despierto y…. ¿ahora qué? Rompiendo la rutina

Vivimos con el piloto automático conectado desde que despertamos por la mañana. Nos levantamos y empezamos a desarrollar rutina tras rutina como si fuéramos autómatas siguiendo una línea blanca y luminosa en el suelo que nos guía el camino al baño, el camino a la cocina, el camino a la compra, el camino al trabajo, el camino al bar, el camino de vuelta a casa. Incluso cuando decimos que estamos disfrutando, en muchísimas ocasiones estamos siguiendo la misma línea blanca temiendo salirnos de ella no vaya a ser que nos perdamos la vida.

La paradoja es que la mayor parte de la vida está precisamente fuera de la línea blanca.

Y claro que necesitamos las rutinas, y por supuesto que necesitamos los muchísimos hábitos que ejercemos automáticamente cada día. Nos sirven para ser efectivos, para regular nuestros ánimos, para mantener el endiablado ritmo en el que esta sociedad se ha metido a vivir. El problema viene cuando perdemos la habilidad o la valentía para salirnos de esos hábitos, para romperlos, para andar fuera de la línea blanca sin nada que te guíe más allá de tu inspiración, tu ilusión o tu curiosidad.

Otra paradoja es que para romper un hábito, lo más eficaz es desarrollar otro. Por eso te propongo aquí tres hábitos que te ayuden a romper las rutinas, que te enciendan la creatividad, multipliquen tus alternativas y te inviten a salir de la línea blanca, y vivir.

3 minutos al despertar

No te levantes del tirón cuando despiertes por la mañana. En ese estado de conciencia reseteada tras el sueño, dedica tres minutos a pensar qué quieres hacer en el día que empieza. Aún no se habrán acumulado en tu mente demasiadas urgencias, y las obligaciones que te vengan a la memoria serán las más importantes. Estás aumentando tu efectividad. En ese momento, decide algo que vas a hacer por ti, y sólo por ti, ese día. ¿Ir a ver o llamar a esa persona a la que echas de menos y la rutina siempre esconde para el final? ¿Buscar la clase de zumba que te motiva? ¿Un paseo por la playa? ¿Escribir? ¿Leer? ¿Visitar esa exposición que están a punto de retirar? ¿Una charla pendiente?

La reflexión es la clave, el silencio activo en ese momento en el que las mil urgencias del día todavía no nos ensucian la realidad. La trampa es no querer reflexionar. Eso nos mete en el hacer-hacer-hacer sin más objetivo que acabar el día.

1 perdón a la semana

Decide el día. Ponte una alarma en el móvil, una cita en la agenda o un post-it en el espejo del baño. Haz lo que quieras para recordar una vez a la semana pedir perdón. Una al menos. Puede que no lo hayas hecho queriendo, que haya ocurrido sin demasiada intención, pero seguro que hay situaciones de las que no te sientes orgulloso y que puedes resolver con una llamada, una cita o un mensaje pidiendo el perdón de esa o esas personas. Pueden ser cercanas o de tu entorno más lejano. Pueden ser situaciones recientes o de hace tiempo. Sólo decide uno que resolver y deja que la energía que se comparte en ese acto sublime de la interrelación humana haga el resto.

Acumulamos sensaciones que no resolvemos. Tenemos recuerdos que evitamos. Y lo que no se afronta, se repite.

2 gracias al ir a dormir

Ha acabado el día. Estás cerrando los ojos para dejarte llevar por el sueño. Busca en ese momento al menos dos motivos especiales de ese día que merezcan tu agradecimiento a la vida. Otra vez pueden ser pequeños detalles o grandes gestos. Quizás un desconocido te cedió el sitio haciéndote sentir bien, o te encontraste a un amigo de toda la vida que no veías hace tiempo, o te llamó un familiar muy querido, o tu hijo te regaló un dibujo que pusiste en el frigo, o te dieron una fantástica noticia… Busca entre los miles de detalles bonitos de cada día y elige los que mejor te han hecho sentir. Escríbelos si te apetece, o simplemente duérmete en ese estado de agradecimiento sanador para soñar bonito y permanecer abiertos a ver lo importante.

Como diría John Lennon y otros muchos soñadores: “la vida es eso que ocurre mientras haces otros planes”

Rompe tus rutinas, y vive.