jueves. 28.03.2024
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Opinión

Desde el pueblo

Desde la era “La Carrera” de Fuenteheridos, era comunal que nos recuerda un pasado agrícola ya muy lejano, diviso gran parte del Parque Natural. Los castaños, desprovistos de su ropaje verde, muestran sus ramas desnudas, proyectando sombras chinescas sobre las lomas secas ansiosas de agua. A lo lejos, Navahermosa, enseña su perfil sobre la colina, y el edificio del Tiro de Pichón, de Jabugo, hoy destinado a albergar las esencias del buen jamón, permanece altivo como símbolo de un pasado, presente y futuro, gloriosos en torno al cerdo ibérico. La N-433, atraviesa el horizonte, paralela a la ribera del Múrtigas, y el Jardín Botánico de Villa Onuba nos muestra orgulloso sus secuoyas, mimosas y pinsapos, enfrentados al majestuoso ejemplar de cedro del Himalaya que preside su entrada. A mis pies, mirando al norte, la Villa Turística duerme el sueño de los justos desde que sus puertas cerraron en Enero de 2005, clamando a gritos su rehabilitación y reapertura. Al sur, el perfil de nuestra esbelta torre de estilo Neoclásico, del S. XVIII, que quedó destruida por el terremoto de Lisboa de 1755, obra de Pedro De Silva, se asemeja a un faro, presidiendo nuestro Conjunto Histórico-Artístico. Luce una mañana soleada de una primavera que acaba de nacer y, tras las lluvias de los últimos días, huele a campo, envuelto en el rumor del suave viento que acaricia los pequeños arbolillos que embellecen el entorno. Es momento de reflexión, la mañana invita a ello, de dedicar unos minutos a desentrañar la madeja social y política que vivimos, y sufrimos, a diario, para tratar de comprender, en este espacio rural donde antes la laboriosa labor de la trilla tenía su acomodo, el sinsentido en el que nos han metido. Sentado en las piedras que nuestros antiguos canteros arrancaron a la naturaleza, empapado de naturaleza e historia, no alcanzo a comprender qué nos está pasando y a qué estamos jugando. Uno, que es un modestísimo alcalde de pueblo, con mucha experiencia en la vida municipal acumulada en la mochila, tiene que trabajar a diario por encontrar salida a los enormes problemas existentes en cualquier comunidad rural, mientras en las alturas de la vida pública, que se entiende deberían trabajar para y por el servicio a la ciudadanía, hay políticos que cobran sin asistir a las sesiones, otros están imputados en multitud de causas judiciales y algunos ni mueven un dedo para intentar formar gobierno, mientras se van de vacaciones a Doñana. Y la vida sigue, con personas muriendo a diario y Europa negando la entrada en la “tierra prometida” a miles de refugiados que huyen de la guerra, con atentados escalofriantes en los que mueren inocentes, con entradas en los juzgados de personajes que antes eran considerados la créme de la créme de la política española y con un gobierno y un Presidente que se saltan a la torera sus deberes institucionales para no dar cuenta, por ejemplo, el por qué firma un acuerdo en la UE contrario a lo aprobado por toda la Cámara en el Parlamento español. Y la vida sigue, con graves problemas de desempleo, con nulas prestaciones para miles de familias en riesgo de exclusión, con miles de dependientes abandonados a su suerte, sin obras públicas paralizadas por la inanición del gobierno y con unos líderes que no encuentran día, ni hora, para hablar de España y los españoles. Es tiempo de cordura, de acuerdos sin exclusiones, de diálogo por el bien común. No es hora de adonis de la política ni de egos. España y los españoles, y si no es así, el pueblo tendrá, de nuevo, la palabra.