viernes. 26.04.2024
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Opinión

Lealtad o prostitución democrática

Lealtad o prostitución democrática

Hace varios años escribí en un artículo publicado que los objetivos básicos del bienestar social (libertad, igualdad, solidaridad) son inalcanzables simultáneamente sin un sistema democrático que los regule mediante la participación directa y permanente del pueblo, porque, sin este instrumento, la lucha por la igualdad terminaría destruyendo toda posibilidad de libertad, al igual que el abuso de la libertad eliminaría cualquier avance hacia la igualdad. Sólo la participación democrática puede equilibrar la consecución real de ambos objetivos a través de la solidaridad entre las necesidades de los diferentes grupos humanos y los intereses de los diversos sectores sociales, única forma de mantener activa la convivencia pacífica.

Los andaluces, el 22 de Marzo, y todos los españoles, el 24 de Mayo, han participado con absoluta libertad y, en ambas ocasiones, han elegido mayoritariamente gobiernos municipales y autonómicos con bases programáticas de ideología izquierdista y han mandatado, por lo tanto, a los políticos de la izquierda plural a que se entiendan mediante el diálogo abierto hasta confluir en gobiernos liderados por el partido de la izquierda que en cada lugar haya recibido del pueblo el liderazgo ideológico. Donde la derecha plural haya sido mayoritaria, también están obligados sus diferentes grupos a constituir gobiernos conservadores.

Esta es la lealtad democrática que todos los representantes políticos elegidos deben profesar al pueblo soberano. Cualquier actitud distinta a este planteamiento político sólo sería prorrogar la prostitución democrática, basada en la falsa filosofía política del pensamiento único, profesado interesadamente por el PP y abrazado ingenuamente por el PSOE, ambos para ganarse al centro sociológico, que el pueblo ha castigado duramente. El pueblo quiere y lo ha dejado ahora más claro que nunca que la izquierda ejerza de izquierda y la derecha de derecha, que ambas dejen definitivamente de prostituirse.

Las razones existenciales de los partidos políticos son las diferentes ideologías políticas en los diversos aspectos relacionados con la convivencia humana. Cuando los grupos políticos abandonan su ideología por intereses estratégicos de mantenimiento del poder, se están prostituyendo, como le ocurrió al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aquel 10 de mayo de 2010, cuando, debiendo haber dimitido y convocado Elecciones Generales, prefirió obedecer a la derecha europea gobernante y hasta obligarse a cambiar el artículo 135 de la Constitución Española. En aquel momento, sólo el pueblo soberano estaba capacitado para decidir el futuro.

Por lo tanto, para concluir, cualquier gobierno municipal o autonómico que se constituya dejando en la oposición a la mayoría ideológica, sea de la izquierda o de la derecha, sería prostituir la democracia y desobedecer al pueblo, convirtiendo a los políticos culpables de tal decisión en desleales y prostituyentes. Ya ocurrió hace veinte años en el Ayuntamiento de Huelva, cuando la izquierda prostituyó la decisión democrática ciudadana, dejando gobernar al PP, aunque PSOE e IUCA formaban una mayoría izquierdista.

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