El mal rollo de dirigir el PSOE

En unos días se sabrá quién dirigirá los destinos del PSOE. Un acontecimiento que parece en estos momentos poca cosa a juzgar por el escaso interés que tienen sus propios militantes a la hora de dar el paso de tomar las riendas. Al final la puja estará entre el neófito Sánchez y el hombre del aparato Madina, ya que la tercera vía tiene pocas posibilidades. Esta última es la más socialista de todas, pero Pérez Tapia no toca. Una lucha que dependerá mucho de la participación de la militancia, a la que se carga de toda responsabilidad. Se prevé que salga un secretario general con menos del 50 por ciento del respaldo del electorado, con lo que la división ya está servida.
En los debates de los candidatos no nos hemos enterado del PSOE que se va a ver a partir del lunes 14 de julio, ya que apenas han aportado nada nuevo. Parece un más de lo mismo, con lo que la crisis del partido se cerrará en falso. No se fían los unos de los otros y la desconfianza hacia los candidatos es la tónica general. En este punto se ha vendido a Madina como el maligno, dejando el camino expedito a un nuevo Zapatero (Sánchez), aunque con más experiencia sobre lo que nunca hay que hacer.
El verdadero debate se deja para las primarias, donde se decidirá el cabeza de cartel electoral. Eso sí que parece tener verdadero interés: saber quién tiene posibilidades de gobernar. Para los socialistas esta es la alta política, no la rutina del despacho, la gestión del partido, la pelea en la toma de decisiones. Ya no llena tanto ser secretario general, lo importante es ser presidente del Gobierno. La ambición suprema del poder ejercida desde el Palacio de la Moncloa parece ser la bandera del nuevo socialismo español, de ahí que para algunos no fuera ahora necesario quemar sus naves. Parece que no han aprendido todavía la lección: las primarias siguen siendo una trampa para los socialistas y el socialismo español.